Hace un rato, volviendo del
estudio, volví a corroborar que tengo un ángel de la guarda que me cuida la
espalda todo el tiempo. Incontables veces me ayudó, pero acá va la última.
Venía caminando bien
cargada por la calle... la cartera, una carpeta, y la mochila con la
computadora. Como mucha veces me pasa, no me alcanzan las manos para la
cantidad de cosas que llevo encima; y si aparte consideramos que no estoy
acostumbrada a la ropa de invierno (el sweater, el tapado, la bufanda, la
boina....), y la movilidad que me saca, se podría decir que era una bola de
ropa y cosas caminante.
Ya cerca de casa estoy por
cruzar la calle. Me fijo que no venga ningún auto y me mando. Cuando bajo
el pie desde cordón mi tobillo derecho se dobla y el pie izquierdo baja y
se patina!!!! (algo más??!!!?). Como siempre que pasan estas cosas, uno es conciente
de todo como si estuviésemos siendo filmados en cámara lenta! Mi primer
pensamiento fue "me hago mierda", pero después vino el que me llenó
de verdadero terror: "se me hace mierda la compu". Como mis colegas
arquitectos darán fe, ese puede ser el peor castigo que nos puede pasar! Mi
desesperación subió varios puntos (todo en un lapso de 2 segundos o menos),
pero NO!!!! Increíblemente no caí, no destruí mi pc, ni me quebré el tobillo.
De hecho, me enderecé tan rápido que hasta salí con impulso para terminar de
cruzar la calle. Completamente inexplicable, toda la situación llevaba a una caída
desastrosa... dolorosa físicamente y de bolsillo (que bien vacío iba a quedar
después de comprar una pc nueva). Fue ese "empujoncito" (que les
prometo pude sentir) en la espalda, que mi guardián me dio, el que me
salvó.
Ya en otra ocasión me pasó
algo muy parecido un día que volvía del tren. Llovía y estaba bajando las
escaleras del andén, cuando me pegué un flor de resbalón hacia atrás...
"acá me desnuco" pensé. Como siempre cabeza dura hasta el fin, no iba
a caer sin una pelea. Estiré el brazo, y sin bien era conciente de que ahora
éste iba a sufrir (mejor hacer torta mi brazo que mi cabeza), me dispuse a caer
lo mejor posible. Lo increíble fue como reaccionó mi cuerpo. Toqué el piso con
mi brazo y como si fuera un resorte me paré al instante. Acá no fue un simple
"empujoncito", sino una increíble agarrada por la espalda que mi
angelito me dio.
Y si de convencerme de que
él existe se trata, como pasar por alto mi llegada a Venecia? El día que arribé
a la terminal no tenía ni idea donde estaba mi Hostel. Solo sabía que estaba a
eso de unas 15 cuadras, pero no el nombre de la calle, ni la dirección en la
que tenía que caminar. Eran las 7 am de un Domingo... imagínense que no había
un alma en la calle para preguntar. Por un momento pensé "y ahora qué
hago? estoy al horno!!". Como hacía bastante frío decidí empezar a
caminar, y en algún momento me cruzaría con alguien que me pudiese dar
indicaciones. Caminé y caminé. Doblé. Crucé. Caminé. Guiada por mi instinto (no
se que criterio tiene eh...) seguí caminando. Cabe aclarar que nunca me crucé
con nadie... qué manera de dormir estos venecianos! ni un puesto de diarios
para preguntar donde soto estaba!!!! Ya estaba empezando a preocuparme, cuando
llego a una rotonda, me fijo que calle me gusta más, hago una cuadra, doblo
y.... AHI ESTABA MI HOSTEL!!!!! fue como si alguien me susurrara al oído que
camino tenía que hacer.
Ángel de la guarda, gracias
por cuidarme desde que era chica. Siempre presente guiándome y dándome empujoncitos
salvadores.
jejej todos queremos un ángel como el tuyo carito.
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