jueves, 16 de mayo de 2013

Ángel de la Guarda, un trabajo Full Time

Hace un rato, volviendo del estudio, volví a corroborar que tengo un ángel de la guarda que me cuida la espalda todo el tiempo. Incontables veces me ayudó, pero acá va la última.
Venía caminando bien cargada por la calle... la cartera, una carpeta, y la mochila con la computadora. Como mucha veces me pasa, no me alcanzan las manos para la cantidad de cosas que llevo encima; y si aparte consideramos que no estoy acostumbrada a la ropa de invierno (el sweater, el tapado, la bufanda, la boina....), y la movilidad que me saca, se podría decir que era una bola de ropa y cosas caminante.
Ya cerca de casa estoy por cruzar la calle.  Me fijo que no venga ningún auto y me mando. Cuando bajo el pie desde cordón mi tobillo derecho se dobla y el pie izquierdo baja y se patina!!!! (algo más??!!!?). Como siempre que pasan estas cosas, uno es conciente de todo como si estuviésemos siendo filmados en cámara lenta! Mi primer pensamiento fue "me hago mierda", pero después vino el que me llenó de verdadero terror: "se me hace mierda la compu". Como mis colegas arquitectos darán fe, ese puede ser el peor castigo que nos puede pasar! Mi desesperación subió varios puntos (todo en un lapso de 2 segundos o menos), pero NO!!!! Increíblemente no caí, no destruí mi pc, ni me quebré el tobillo. De hecho, me enderecé tan rápido que hasta salí con impulso para terminar de cruzar la calle. Completamente inexplicable, toda la situación llevaba a una caída desastrosa... dolorosa físicamente y de bolsillo (que bien vacío iba a quedar después de comprar una pc nueva). Fue ese "empujoncito" (que les prometo pude sentir) en la espalda, que mi guardián me dio, el que me salvó. 
Ya en otra ocasión me pasó algo muy parecido un día que volvía del tren. Llovía y estaba bajando las escaleras del andén, cuando me pegué un flor de resbalón hacia atrás... "acá me desnuco" pensé. Como siempre cabeza dura hasta el fin, no iba a caer sin una pelea. Estiré el brazo, y sin bien era conciente de que ahora éste iba a sufrir (mejor hacer torta mi brazo que mi cabeza), me dispuse a caer lo mejor posible. Lo increíble fue como reaccionó mi cuerpo. Toqué el piso con mi brazo y como si fuera un resorte me paré al instante. Acá no fue un simple "empujoncito", sino una increíble agarrada por la espalda que mi angelito me dio.
Y si de convencerme de que él existe se trata, como pasar por alto mi llegada a Venecia? El día que arribé a la terminal no tenía ni idea donde estaba mi Hostel. Solo sabía que estaba a eso de unas 15 cuadras, pero no el nombre de la calle, ni la dirección en la que tenía que caminar. Eran las 7 am de un Domingo... imagínense que no había un alma en la calle para preguntar. Por un momento pensé "y ahora qué hago? estoy al horno!!". Como hacía bastante frío decidí empezar a caminar, y en algún momento me cruzaría con alguien que me pudiese dar indicaciones. Caminé y caminé. Doblé. Crucé. Caminé. Guiada por mi instinto (no se que criterio tiene eh...) seguí caminando. Cabe aclarar que nunca me crucé con nadie... qué manera de dormir estos venecianos! ni un puesto de diarios para preguntar donde soto estaba!!!! Ya estaba empezando a preocuparme, cuando llego a una rotonda, me fijo que calle me gusta más, hago una cuadra, doblo y.... AHI ESTABA MI HOSTEL!!!!! fue como si alguien me susurrara al oído que camino tenía que hacer.
Ángel de la guarda, gracias por cuidarme desde que era chica. Siempre presente guiándome y dándome empujoncitos salvadores.





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